miércoles, 25 de enero de 2012

Quimeras

Por fin he conseguido una entrevista, ha sido complicado, no figuraba telefono, email ni dirección conocida, como si no existiera y sin embargo su nombre existe y eso es inegable.
Cerrare la ultima pagina de mi articulo, maldito articulo. Bien, he empaquetado la grabadora, no creo que  pueda usar la camara de fotos; tengo mi portatil, boligrabo y papel.
El encuentro sera en un viejo café, con vistas, he de prepararme, apenas quedan dos horas.
Entro; olor a madera y humedad, olor a viejo, a café caliente y a calor de estufa de carbón. Mesas de roble y bancos a juego, tapizados en rojo escarlata, toman forma de pequeños escusados.
En la barra me indican el escusado del fondo. Mi ponente se presenta con pelo oscuro que encuadra un rostro blanco y terso, profundos ojos verdes en los que se entreve el reflejo del lago, vestimenta apagada y rostro inquisitivo. El conjunto me transporta a otra época, otro lugar.
Me presento, sus ojos me apuñalan.
- Buenas tardes- digo con palabras entrecortadas- soy periodista
- Le esperaba- dijo quedamente.
- Espero no haber tardado demasiado
- No me molesta esperar.
- Bine pues acabemos con la espera, si no le importa grabare la conversación - anuncie colocando la grabadora, saque papel y le di al play.
- ¿Mi narración querra decir?, y aunque me importara, no me atrevería a contradecir tanta diligencia - comento con una sonrisa sesgada y comenzo el relato cuando dos tazas de café rebosantes humeaban sobre la mesa de madera pulida.
         El frío arañaba mis pulmones mientras una luz amarilla enfermiza bañaba la escena. Repartia estocadas a un ritmo enfermizo, sin tregua ni piedad, uno tras otro caían a mis pies, saciando la sez de las agujas de escarcha.
Por fin encontré un momento para tomar resuello mientras el cuerpo del último abatido se negaba a desplomarse.  Apenas habia dejado atras la infancia, un niño con un traje demasiado grande
El miedo en sus ojos, mi mejor aliado, una oscuridad profunda que envolvía su mente y turbaba sus sentidos, le había impedido luchar con destreza. Su miedo tenía mi cara.
No me agrado quitarle la vida, tampoco marco la diferencia con otros, su nación y las nuestras nos habían hecho enemigos y solo eso es lo que el representaba para mi.
El siguiente golpe me alcanzo de improviso, a la altura de las costillas, exprimió el aire de mis pulmones y la batalla siguió su curso.
Ganamos la batalla y celebramos la victoria aquella misma noche, bebiendo por aquellos que partian entre las llamas, amigos, familia, una pequeña parte de lo que soy.
- ¿Ganasteis la guerra?- me atrevi a preguntar con un largo trago de café bajando por mi garganta. Su voz no se ha alterado, contesta a mi pregunta sin salir del trance.
- La guerra continuó durante semanas, durante meses, los nuestros morían y los nuetros mataban, pronto los nuestro y los suyos pasaron a ser los de ella. Los de la muerte.
Ganamos o eso tengo entendido.

El sobresalto me impide expresar mi pesar, la narración sigue sin pausa.

- Recuerdo otra gran batalla, nuestro superior alentaba las tropas mientras en mi cabeza solo bullia la idea de la victoria, de aplacar la sed de mi arma, de acabar con aquellos malditos. Los dos bandos se encontraron en el interior del bosque, en un claro, al norte.
La tierra palpitaba bajo mis pies con el avance del enemigo, mi corazón se acompaso a sus tambores la sangre ardía en mis venas mientras la madera de la empuñadura ronroneaba bajo la presión de mi mano.
Codo con codo mis compañeros y yo horadamos el frente del enemigo llegando al interior de sus filas y expandiéndonos desde el centro como una enfermedad, la hierba teñida de escarlata refulgía bajo la calida luz del sol de invierno, la blancura de la nieve cegaba  a nuestros oponentes y la negra hoja de mi espada silbaba formando parte del gélido viento. Se podía respirar la pasión
De nuevo mi mano no tembló al arrancar la vida, de nuevo le pagaba mi tributo a la muerte que vagabundeaba por el campo de batalla.
Repentinamente el mundo dejo de moverse y vi la negra silueta dirigirse hacia mi, ¿sería una ilusión ?, tal vez fantaseaba entre tanta sangre sudor y euforia.
Se dirigía hacia mi no cabía duda, sentí como  mi corazón dejaba de latir y mis piernas cedían bajo mi peso, cai de rodillas mientras mi mundo se hacia pequeño, gris, la niebla se extendía ante mis ojos, el sol derramaba sobre mis cabellos su mortecina luz y un continuo hilo de sangre se resbalaba desde mi espalda por mi costado derecho.
Un ardor repentino llegó a mi pecho, mi asesino sacaba su arma de mi cuerpo, un chico joven al que el traje le quedaba demasiado grande; me force a mirar, sería un deshonor no hacerlo, apenas pude sostenerle la mirada un segundo; apoye mis manos en el suelo, la sangre goteaba sobre ellas; vi en el rojo liquido mi reflejo, mis ojos atemorizados, me vi entre la niebla escuchando los pasos de la muerte que se acercaba tranquila, sinuosa. me miro directamente con sus cuencas vacías, poso su mano sobre mi hombro, un tacto ligero y familiar, y siguió su camino.
El mundo se oscurecía, el joven se alejaba, sólo mi respiración me era perceptible hasta que finalmente también ceso.
Me desperté súbitamente caminando entre la niebla, la batalla seguía, pero la densidad de la nube era tal que solo diferenciaba siluetas danzando unas contra otras en un baile eterno. No era la misma batalla que había dejado atrás, empece a caminar titubeante.
Le vi, me miraba directamente, la niebla se abría sensiblemente a su alrededor, un claro en un bosque de sombras, agazapado, rígido, mirando el charco de sangre alimentado por la herida bajo su pecho. Temblaba, instintivamente, toque su hombro con suavidad para alentarle y seguí adelante dejando que su figura se perdiera de nuevo entre la bruma.

La voz ha cesado repentinamente, dejando en el aire un regusto amargo y húmedo; como los frutos de otoño.
- Desde entonces he caminado, he conocido, aprendido y visto todo aquello que el mundo me a permitido ver, personas, lugares e historias que no aparecen en sus libros - cerro con una voz de nuevo cercana y colorida- ahora mi historia es suya, aprenda lo que pueda y modifíquela a su gusto
- Ha sido un placer -conseguí decir después de tragar saliva, llenar mis pulmones de aire y acabar mi café para aliviar mi garganta reseca tras el largo silencio.
Simplemente una inclinación de cabeza y se va sin hacer el menor ruido, desaparece entre la bruma que brota del lago, ahora densamente.
Recojo mis bártulos y dejo la cuenta saldada.
Salgo hacia el coche antes de que el café acabe de verterse, maldita sea, soy torpe, su taza a quedado despedazada y me he quemado el dorso de la mano, sera todo un placer conducir así hasta mi apartamento. Desde luego es incomodo por decirlo suavemente pero a merecido la pena, es una historia, una historia increíble, irreal he de decir, pero aun con ello, profunda.

Llevo horas en casa acostado, me he despertado sobresaltado mientras mi mente repasaba la narración en sueños; me  pareció ver algo en la esquina de mi cuarto, lo achaco a que mi mente cansada ha visto extrañas siluetas en las luces del amanecer, soy más influenciable de lo que creía.

Fuera la luz del amanecer arrancaba reflejos de los adoquines mojados y se escuchaba un repiqueteo de pasos tranquilos que se alejaban con la oscuridad

2 comentarios:

  1. humm... curioso he de decir, no dejas generos a la vista, pero por la situacion yo deduzco que a de ser un hombre, batallas con espada... hombre fijo, y el periodista tambien es hombre ya que en el anteultimo parrafo te has dejado escapar un par de adjetivos con genero... pero me a gustado mucho, curiosa forma de manejar todo... me gusta pequeña diosa quimerista!

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  2. Me alegro muy mucho de que te gustara y si puede que este echo de forma que parezca un hombre pero podria ser una amazona o una guerrera africana o islamica o cierta chica daices celtas y un tanto revelde, algunas mujeres celtas acaaban separandose de susu poblados y luchando por su cuenta
    e r

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